Con frecuencia, abría la ventana de su cocina y dejaba enfriar en la repisa una bandeja. Si la brisa era importante, el olor a recién hecho, podía llegar hasta muy lejos. Pan, bizcochos, quiches, bollos… olores que dejaban constancia de la actividad de aquella mujer. Había veces que no coincidía con ella en muchos días pero sabía que estaba allí, al fijarme en la repisa de su ventana...